Me gusta canturrear.

De vez en cuando me arranco con un ripio.

Oh vivo todo un drama en la cocina con una espumadera de micrófono y la campana extractora haciendo de resignada audiencia.

Será porque he crecido escuchando radio olé y los cuarenta principales.

Será porque mi niñez sigue jugando en tu playa.

Que sera sera, whatever will be, will be.

El caso es que uno de los arranques que suelo tener, sobre todo cuando estoy contento es este.

Abanicos por pestañas

Que, cada vez que mirabas

Se me doblaban las cañas

Varitas de paragüero

Qué cosa más chula para decirle a alguien sobre todo en presente.

Abanicos por pestañas

Que, cada vez que me miras

Se me doblan las cañas

Varitas de paragüero

Porque la canción en realidad habla de un desamor, de algo que fue, y que ya no es.

Y que parece que ha dejado una profunda huella.

Manolo García, consigue que una sombra tenga dimensiones, hay que ser Manolo García para hacer eso.

Aunque no es lo que me ha llamado la atención cuando he vuelto a leer la letra una vez más.

Lo mejor, es que no explica qué pasó.

Pero te deja claro que lo que pasó fue la ostia, porque la sombra de ese amor pesa.

Y con esa curiosidad te quedas, así nos deja el maestro.

Aunque cada uno es libre de utilizar técnicas avanzadas de marketing de un sábado por la mañana en el mercadillo.

Saber utilizar la curiosidad para vender, es mucho más rentable que dar voces.

Es elegante y sutil, y mucho más atractivo.

Donde va a parar.

Ese es el tipo de marketing que nos gusta, elegante, sutil, y si me apuras emocionante.

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