A veces tenemos cuatro cosas sueltas en el frigorífico y no sabemos qué hacer para cenar.
Otras veces la camisa que va perfecta con el pantalón está sin planchar.
Estas situaciones son de lo más normal.
Y de eso quiero hablar hoy, de hacer lo que puedas con lo que tengas en ese momento.
Esto es algo que me pasó en una dinámica de grupo.
Son talleres que organizan las empresas para que nos volvamos más innovadores y luego lo apliquemos en nuestro día a día.
A mí no me tienen que motivar para darle vueltas a las cosas.
A lo mejor para lo contrario, para no pensar, sí me tendrían que motivar.
Pero no sé si haría mucho caso.
El tema es que nos propusieron hacer varias pruebas.
En cada prueba tenías que resolver un problema con lo que te daban.
Al principio nos dieron todo tipo de material, cartulinas, tijeras, pegamento, vamos una papelería.
Te proponían el problema, y lo tenías que resolver con el equipo en un tiempo límite.
Hasta aquí bien.
Lo interesante es que en cada prueba nos daban menos materiales, y menos tiempo.
Esto hace subir las pulsaciones, te pones nervioso, todos estábamos cada vez más alterados.
Aunque sea en un taller sin mucha importancia, la autoestima está en juego, la competitividad sale.
Y llegamos a la última prueba.
Nos dicen que tenemos que construir un puente con clips, y algo más que ahora no recuerdo bien.
Tenemos muy poco tiempo, unos minutos.
Y lo mejor es, que debe pasar una prueba de resistencia.
¿Cómo?
Sí, tiene que aguantar el impacto de una pelota de tenis que cae desde una altura de un metro más o menos, tres veces.
Velocidad, masa, aceleración, no es una pluma precisamente.
En la vida real se hace así, se llama prueba de carga, y así los ingenieros pueden firmar y afirmar que el puente es seguro.
No os preocupéis, casi nadie pasa esta prueba.
A mí eso no me tranquilizó la verdad.
Como no puede ser de otra manera, nos pusimos a correr y a dar vueltas, empezamos con un diseño, pero cuando hicimos la prueba no aguantó.
Con el siguiente pasó lo mismo.
Con muy poco tiempo, supongo que por los nervios, recordé algo que podría funcionar.
Les propuse mi diseño, me lo compraron y nos pusimos a ello.
Terminamos en el último segundo y sin poder hacer la prueba.
¡Manos arriba!
Tal y como nos habían avisado, uno a uno los puentes del resto de los equipos cayeron.
Y nos llega el turno de pasar la prueba.
Pelotazo 1.
Aguanta ¿Qué? Sí, aguantó.
Pelotazo 2.
Aguanta ¿Cómo? Sí, aguantó.
Vamos con el pelotazo número 3 y definitivo.
Aguanta ¡Vamos!
Aguantó algunos pelotazos más hasta que por fin cayó.
Que se puede esperar de algo hecho con clips y cinta adhesiva.
Esta vez salió bien, pero no es lo normal.
Tenemos que trabajar con lo que tenemos eso también es normal, es la realidad.
El arte supongo que está en encontrar el equilibrio.
Para no dormirte cuando tienes todo el tiempo del mundo.
Y para no quedarte paralizado cuando tienes que reaccionar en segundos.
Aviso de cursi llegando montado en su unicornio.
Me gusta pensar que ahora construyo puentes con palabras.
Con más cosas, pero sobre todo con palabras.
Los anuncios que llevan visitas a tu página web están hechos con palabras.
Y las palabras que utilizamos y la manera en las que las ordenamos marcan la diferencia.
La diferencia entre que nos den la confianza de una visita o no.
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Que tengas un gran día.
P.D. No utilizo nubes de algodón, son puentes de palabras, los detalles en el enlace de arriba.